viernes, 8 de junio de 2012

... sólo el aire

Después de circundar con la punta de la lengua
el órgano sexual de él
ella dislocó el presagio del prepucio
penetrando en el alma de su carne
e hizo mutis sobre el vello de braille
de aquel ardiente embelesado.

El pubis del hombre,
convulso,
se conmovió fanático,
sellando su boca con semen descubierto
en la blanda huella mineral del bálano:
cabeza abultada, glande túrgido y táctil
manos, dedos, labios, lengua,
soldadura digital
sobre la carne uncida de su cuerpo.

Y tras el cristal transparente de la tarde
sólo el aire. El aire solo
en el plexo solar de los amantes,
donde el prado se extiende,
donde el musgo alardea
de rotos manantiales.