miércoles, 8 de junio de 2022

Primavera fría

De dos en dos. A dos lenguas
y enredados de mejillas, lamo tu pelo
que huele a pájaro mojado bajo la lluvia.
De dos en dos. A dos brazos,
mimbre tensando mi avellana,
la dejo sobre el plato.
Rozo la piedra y con sus dientes
me abro la boca,
dos a dos. Como de la tuya,
y hueles a vuelo, y ya no estás.
Trago mi lengua, no hablo.
Lamo tu silencio,
y rompo la cáscara oscura del fruto seco.
He puesto primavera sobre la mesa,
sobre el mantel de comer los dos.
No hay nada hambriento sobre los platos,
sólo mi avellana abierta,
de dos en dos, sus dos mitades
como bultos insignificantes de la carne,
ruedan como fiel alimento sobre el cristal.
Mojas con saliva tu mitad,
a dos lenguas,
y en el fondo del plato dos lágrimas.
Notas a la contra
Estoy esperando que la parte blanda de mi alma coja callo, para poder decir: No te has enterado de la vida de los otros, ni mijita: Los marcos incomparables son reaccionarios. Las islas solitarias un defecto de las masas. Los paraísos, frutos de una discusión vegana entre una culebra llena de soberbia y una humilde y muda manzana. Las utopías una manera de echar balones fuera en un ejercicio irresponsable. Y las revoluciones se salvan porque son contradictorias: están sometidas a las pérdidas y también a las derrotas. Nos quedan las ilusiones, y estas son la mejor manera de domeñar el espíritu de los disconformes. Pero es primavera por fin en los manzanos y el paraíso también usa pesticidas para demostrar su inocencia. Cada vez aprecio más mis paseos silenciosos por el bosque. De la costumbre nace una caricia condicionada a ser blanda. Y de vez en cuando silbo irrespetuosamente a los pájaros de la vida.