miércoles, 24 de abril de 2019

Semillas

De dos en dos. A dos lenguas.
Y enredados de mejillas, lamo tu pelo
y hueles a pájaro húmedo. 
Mimbre tensando mi avellana,
la dejo sobre el plato.
Rozo la piedra y con sus dientes
me abro la boca
dos a dos, como de la tuya
y hueles a vuelo,
y ya no estás,
trago mi lengua,
no hablo.
Lamo tu silencio,
y rompo la cáscara oscura del fruto seco.
He puesto primavera sobre la mesa,
sobre el mantel de comer los dos.
No hay nada hambriento sobre los platos
sólo mi avellana abierta,
dos a dos,
sus dos mitades
como bultos insignificantes de la carne,
rodando como fiel alimento sobre el cristal.
Mojas con saliva tu mitad,
a dos lenguas,
y en el fondo del plato hay lágrimas.

domingo, 21 de abril de 2019

Patio

Qué triste comer en un patio rodeado de flores que te observan asombradas, mirando al mar y ver que el horizonte es una línea, prohibida por sagrada, que nadie se atreve a traspasar. Ellos a un lado y tú al otro y así las distancias se sumergen en esa profundidad marina, donde diez y seis rosas más tarde, todo se movía como un ala al viento de poniente.

Pájaros

Acaba de llegar una pareja de jilgueros a mi terraza a picotear hibiscos. Y me ha echo tanta ilusión verlos con ese nerviosismo heredado del colibrí, que he pensado en contárselo a todos ustedes, pero luego me he dicho, bah! para qué. A quién le puede importar una pareja de jilgueros de los que no tienes ninguna prueba de su existencia, y por tanto tus palabras tan solo muestran tu capacidad de fantasía. Las palabras. Ellas, tiernas y peligrosas. Huidizas como jilgueros.

Así que he desistido de contarles nada sobre la belleza de cómo una pareja de jilgueros llegó inquieta picoteando los hibiscos rojos de mi terraza. Lo siento. Tal vez un día les cuente cosas más sencillas de la vida. Como que ella estaba en las alas amarillas de los jilgueros, y que yo tan sólo soy un gorrión de vuelo corto.

sábado, 20 de abril de 2019

Vienen entre olas..

Vienen entre olas
traídas por el mar
hasta las playas olvidadas
desde países inventados
botellas de cristal transparente
conteniendo todas ellas
los ojos de aquellos
que no quisieron ver
el agua de la noche
los fondos marinos
el hogar de la sirenas
las simas donde yacen
los barcos perdidos
y las flores muertas
peinando el cabello
de los amantes ahogados.


Error

No dejes de equivocarte
equivócate siempre
comete errores
sé torpe
no aciertes nunca
déjate llevar por el error
si alguien quiere salvarte.
Ya vendrá a corregirte
el que sabe más que tú
y si no espera a que te expulsen
de la tribu por insistir en una roca
que todos odian
y algunos arrojan con fuerza
al abismo de sus almas.
Sé el error que nadie soporta.
Híncate de piedras
con una hache de cruz
a las espaldas
elúdete a ti mismo
fracasa de ti
deja que ellos comprendan
mejor que tú el acierto
y por favor
para que no entiendan el tuyo
no veas nunca el error en los demás.
Insiste en él
y no desfallezcas de soledad
insiste en el error aunque sepas acertar
cuando nadie te mira.
O cuando todos duermen.

Desiertos

Cuando aún no se habían inventado las sombras, el hombre moraba en el desierto de la vida y también en el desierto de sinuosas dunas, de manera natural, sin protector solar y sin palmeras. Vagaba de la ceca a la meca (volveremos a nuestro lugar) y todo era silencio. A veces se paraba a descansar e incluso comía. Un día oyó un murmullo y un vecino de oasis lo llamó conversación. Pero este hombre hecho de sol y arena hablaba consigo mismo. Era el portador vital del dialogo. Aunque muchas veces se regocijara en exceso en el noble arte de la lengua y su murmullo tan sólo fuera monólogo. Pasado el tiempo lo encontraron abrazado a un pellejo de cabra que había usado como botijo. Había muerto de sed, con la lengua seca como un esparto y con sonrisa de hiena, animal que siempre le acompañaba en sus rutas a cierta distancia, tal vez por empatía. Cuando le despojaron de sus objetos personales para hacerle más liviano el viaje, y también para que descansara limpio y sin avaricias en el mundo de los que ya lo tienen todo, encontraron entre sus ropas un papel escrito con caligrafía de analfabeto que decía:

"Esas muchas personas que nunca te hacen preguntas. Y si no te preguntan ¿qué le cuentas? Juegan con una ventaja que no me parece equitativa en el marco incomparable de la relación, o intento de relación: que es posible que le cuentes algo que no les interesa. Y entonces me surge una pregunta: ¿qué puedo contarles que despierte su atención? He llegado a la conclusión de que nada. No quieren que les cuentes nada. No te hacen preguntas porque no se hacen preguntas. Da gusto compartir silencio con estas personas de tan elevada soberbia discreta. Todo es remanso. Y nunca te aburren. ¿Crees que a mí me apetece demostrar mi inocencia?".

Y a solas andas..

Y a solas andas
y acaso te entretienes
con recuerdos fatuos
que arden en el hielo
y alguna tarea que te impones
desde la mañana a la noche
y el tiempo pasa
como un peso muerto
que llevas a la espalda
y asolas tienes
una responsabilidad de ti 
que no compartes
y ante la ausencia del otro
las cejas arqueas
que preguntas te haces
que nadie responde
han llegado las flores
como si fuera primavera
y ahí fuera no hay nadie 
que serene el aroma
de unas rosas cortadas
sobre la mesa sola.

Y a solas andas
y en eso si caso
te entretienes.