Estaba triste como podía estar muerto
estaba malo o peor sereno
o manchado de sangre como una amapola
el corazón latía pedazo de paz interna
comía a diario
pero aún tenía hambre
limpiamente me deslizaba sobre las aguas
el amor los celos el odio la ira
pero limaba asperezas
y mi alma dormía sobre blando colchón
era yo
y no había motivos de sospecha
ofrecía confianza a los demás.
Qué simple es la intrincada red
que simple salir del laberinto.
Qué triste la indiferencia mortal
de los delfines
creyéndose hombres.