Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
viernes, 27 de marzo de 2015
Amada
Ven amada, aún queda en mí,
como en un juego de niños,
si tú quieres, algo de juventud
que poder compartir contigo,
contigo siempre, porque tú,
más que las otras,
sabes sobre la carne
dónde se ubican, pulsando,
los resortes tiernos de la vida,
plenitud o fuente
este surtidor inagotable
del que bebes la blanca cana dormida
de la muerte.
como en un juego de niños,
si tú quieres, algo de juventud
que poder compartir contigo,
contigo siempre, porque tú,
más que las otras,
sabes sobre la carne
dónde se ubican, pulsando,
los resortes tiernos de la vida,
plenitud o fuente
este surtidor inagotable
del que bebes la blanca cana dormida
de la muerte.
¿A dónde vas?
¿A dónde vas que acudes
cubierta de alabanzas,
vestida de aromas,
panegíricos cantos,
panegíricos cantos,
soportando el peso del agua
ahora que sobre tus hombros
descansa la lluvia
y derrama la rosa perfumes infantiles,
el efluvio nocturno
donde mora el silencio?
Allí donde te diriges
sólo hay residuos de antiguas
erupciones,
lava apagada, colinas yermas,
palacios en ruina
donde espera un amante
agazapado
tras ágatas envenenadas.
¿A dónde vas amada de alas inciertas?
No acudas al miedo.
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