Si compartes sofá con un tigre
cuantos sofás son necesarios
para entender la lenta agonía
de unas rosas rojas
en un jarrón metálico y formal
a las doce de la mañana
cuando un sol radiante entra
por la ventana y al fondo del paisaje
se ven unas hermosas
y cristalinas cataratas.
Sostener la mirada
al tigre cuando este ponga
su descomunal zarpa
delante de tu cara.
Y mantener el cuerpo recto
contra el respaldo del sofá:
su periplo de selva
deslizándose lento por tu espalda
como una liana de raíces trenzadas
balanceándose en el fondo
brillante de los ojos del felino.
Y dos: Si usted es un buen observador
podrá comprobar que una gota de agua
nunca intentará traspasar el cristal
ya que según su código genético
esta acción invasora es considerada
una redundancia. Deslizarse por tanto
es la manera culta aprendida por ella
a lo largo de los siglos
para adaptarse a la caricia.
Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
miércoles, 20 de febrero de 2019
Breve universo para una noche de bailes
Allá se ven iguales medusas y otras algas,
acá anémonas iguales
acá anémonas iguales
que espinas tristes vieron
murciélagos sordos
que nadaron el agua
de aquel aire.
El plancton y los recuerdos
mezclándose a la par
se hacen distintos,
forman nubes que a la vez son magmas
de una sombra espesa que obligada
por la luz, por la lluvia obligada,
por la voz oprimida, se hizo eco,
a solas algo se oyó en la niebla,
la voz se hizo voz,
la voz inconsume,
incombustible, ardiendo,
la inacabada voz de un ruido
que arremete, entra y sale de tugurios,
en un vómito de arqueados bosques
o derruidas urbes.
Y monocorde y errante
el hombre,
sediento de nalgas y caimanes
se abraza a una sospecha,
besa a un jíbaro que vende iguanas,
se consuela disperso,
aplaude a una pareja de esqueletos
que bailan en la cálida noche
con brío de tristeza,
a ritmo de cajones y tantanes.
Y después nada ni nadie
va a disponer por ellos qué manteles
qué vasos, qué sillas a su mesa.
La cena, la cena,
la sirven en dos lágrimas,
en dos cuencos de risas,
la cena que con ellos cena.
Abajo continúa la calle.
Persiste iluminada.
Bajo farolas de caimanes bailan tango
una pareja de monos amaestrados
de aquellos que Fafka previamente
informó con decencia a la academia.
Y el nombre insiste
que no quiere
dejar
de ser
eterno.
Y en el mar
se recombinan se abrazan
medusas y otras algas
y todo se hace espeso.
Salvaje y mudo
Pregúntame desde
la lejana penumbra
en la que me
oculto
por el amargo
paisaje que me hospeda.
En las sombras
verdes y húmedas
yo dispongo de un
minuto
para salir
huyendo hasta la jungla
donde tengo el
eterno refugio
del animal triste
y herido,
el cubil del
incesante viajero
salvaje y mudo
que comparte
guarida
con otras fieras.
Tu vientre es una playa
...tu vientre es una playa
sin redes ni barcas
sin bañistas
suave y lisa
con la yema del dedo
toda su extensión
recorro
las huellas que dejaron otros
las beso
con deleite y envidia...
...toco tu pelo
su negro esplendor
las llamas del sol
transitando entre el vegetal
carbón de los cabellos
con él druidas y magos trenzaron
una danza de nubes y velos
que despeinada bailas
con el sexo encendido.
sin redes ni barcas
sin bañistas
suave y lisa
con la yema del dedo
toda su extensión
recorro
las huellas que dejaron otros
las beso
con deleite y envidia...
...toco tu pelo
su negro esplendor
las llamas del sol
transitando entre el vegetal
carbón de los cabellos
con él druidas y magos trenzaron
una danza de nubes y velos
que despeinada bailas
con el sexo encendido.
Cuerpo incierto
Demasiado explicito
desde un desnudo incierto
el cuerpo tendió a taparse
miró a no verse
tendió a fraguarse
huyendo
a las tumbas de mármol
donde insiste
y finge
como un cadáver feneciendo
entre raíces de acero y piedra.
Entremezclándose permanece
hasta el final de un tiempo
incierto.
desde un desnudo incierto
el cuerpo tendió a taparse
miró a no verse
tendió a fraguarse
huyendo
a las tumbas de mármol
donde insiste
y finge
como un cadáver feneciendo
entre raíces de acero y piedra.
Entremezclándose permanece
hasta el final de un tiempo
incierto.
Máscaras
Todo estaba escrito en tu rostro
-Cristina Peri Rossi-
Todo estaba escrito en tu rostro
como en el agua la lluvia,
si no quise tocarlo
fue por miedo a saber
qué máscara líquida cubría tu cara,
la misma que contenía los millones
de rostros de los otros.
Lento muy lento
Lento muy lento
acudo en pos de la luz
ahora que hay un
aire abandonado
voy recogiendo
basuras blancas
que trae este
viento de invierno.
Se mueve el día y
se mueve la noche
se balancea el
ciprés y el agua
y se balancean
mis dedos sobre el hilo
blanco de las
retamas muertas.
Invento un
paisaje y lo recorro con otros
ahora que voy
lento muy lento
solo no soy nada
me hundo en aquel
que lleva flores blancas
entre los brazos.
Los inservibles
Los defenestrados, los inservibles,
los señalados, los marcados con tiza
en la espalda que palmeó el amigo;
los incapaces de ser útiles
nos sentimos vivos estando nulos,
como ausentes somos precisos
para renuentes artificios de imaginería:
las lentas procesiones de la traición.
los señalados, los marcados con tiza
en la espalda que palmeó el amigo;
los incapaces de ser útiles
nos sentimos vivos estando nulos,
como ausentes somos precisos
para renuentes artificios de imaginería:
las lentas procesiones de la traición.
lunes, 18 de febrero de 2019
Regreso a la semilla
Hombres de siempre abruptos y diáfanos
romos de mella y esquinados de filos
pasadle la mano a las paredes
a las tumbas blancas y la cal
a la madre tierra a los albores
y amad
como amasteis antes a las sábanas
a la cuna
el cobertor
a las lunas livianas de la noche
la luz pantanosa del milenio de esputos
de ruidos y de linfas
la sangre desnuda con su polen de flores
sementando
polinizando los bordes de la vida.
Nace apóstrofe y delator el dedo de un dios
sus uñas de oro arañando los barros
sus manos de porcelana madera y cuero
destilando los cálices arrancados del árbol
en su interior de vasijas humildes
laten las semillas
eclosionan desmoronándose
en pétalos negros nacidos del barro.
Todo camina hacia los lodos
las lunas desnutridas de la noche
el sucio cristal de los azogues
ese ojo solar manso
que endulza los inviernos
la carne hecha espuma de un cuerpo de nieve
presto a entregarse a las agujas
al ojal necesario de estimable botón
que sostiene el traje del hombre
bajo la luz intermitente de una niebla
que se abraza a la vida.
De un homenaje a César Vallejo: "Tribu versus Trilce", Karima Editora, 2017.
Dibujo de Ricardo Ranz
romos de mella y esquinados de filos
pasadle la mano a las paredes
a las tumbas blancas y la cal
a la madre tierra a los albores
y amad
como amasteis antes a las sábanas
a la cuna
el cobertor
a las lunas livianas de la noche
la luz pantanosa del milenio de esputos
de ruidos y de linfas
la sangre desnuda con su polen de flores
sementando
polinizando los bordes de la vida.
Nace apóstrofe y delator el dedo de un dios
sus uñas de oro arañando los barros
sus manos de porcelana madera y cuero
destilando los cálices arrancados del árbol
en su interior de vasijas humildes
laten las semillas
eclosionan desmoronándose
en pétalos negros nacidos del barro.
Todo camina hacia los lodos
las lunas desnutridas de la noche
el sucio cristal de los azogues
ese ojo solar manso
que endulza los inviernos
la carne hecha espuma de un cuerpo de nieve
presto a entregarse a las agujas
al ojal necesario de estimable botón
que sostiene el traje del hombre
bajo la luz intermitente de una niebla
que se abraza a la vida.
De un homenaje a César Vallejo: "Tribu versus Trilce", Karima Editora, 2017.
Dibujo de Ricardo Ranz
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