y desde allí orientas luna tu furor de metal,
los insuficientes besos que nunca
quieren darte.
Inactiva se activa la palabra en tu
lengua
de ella parte un tren cargado de
palabras
que laxa pronuncias contra el lodo
ancestral.
Tu labio leporino abierto a la
maldad
oquedad entre dientes cuando el
lirio blanco
fue puesto sobre tu carne fogosa y
gélida.
Cercana ya la tumba una carta
escribiste
con espinas celestes y perfume de
rosas
contra el húmero negro que invadió
tu tintero.
La muerte tiene aroma de cieno y
miel
sabor a un beso dulce que no te dio
nadie.
(Si te mira la luna debes
abandonarte)