Corindón o esmeril pedernal
la chaira recorre los filos de la carne
magulla y gorgorea
hacia la oreja enfila la aguda punta
a escasos centímetros
quiebra
brevemente merodea
luego acaba hiriendo
donde la sangre brota con un gemido
de peces que se ahogan
de aspas y hélices fraguándose
en un murmullo de abanicos
proveniente de esa zona de la garganta
hecha cuna un instante
hecha cueva de oscuros y silenciosos pasillos
habitáculo donde mora el vital veneno.
Y muere misteriosamente.
Acaba en ese instante de bramantes
que exigieron el oscuro filo
para derramarse al vacío encerado
de un embadurnado hilo meciéndose
p
é
n
d
u
l
o
de anímicos cuajos:
todas las maderas sangran
como una garganta sin voz.