Ya no viene tu ojo
ni tu dedo principal
a sujetarme para que no caiga
en tu mirada en tus manos
ni me ocultas de la noche
para que no vea tu carne
substancial
de apasionada amante.
Ya no viene tu cuerpo
de abundante madre
a ofrecerme de tus senos
alimento de leche y sangre
el regazo donde siempre fallece
el tigre vital que asesina
a los amantes.
¿Qué hacemos en esta ciudad
que lúgubre laberinto
el mismo ruido en zig-zag
no podemos salir?.
Anda pon bajo mi piel
tu nombre y que otro acaricie
las letras de este largo tatuaje.
