sábado, 5 de diciembre de 2020

Diario

Relojes de agua llamados clepsidras,

pantanos del hombre llamados fracasos,

el diluvio del vano que nunca regará

las huertas blancas de Babilonia.

Cae lenta la noche en una plaza muerta,

empezó desde la piel

y atravesará la luz de los huesos

donde el alma se prende y descansa.

Escribo, veo fotos, el libro es un árbol.

Amparado en la oscuridad soy sordo y fuerte,

el verso es agua

y sobre el papel navega el lápiz.

Y en los jardines mansos

y en el agua de rosas

penetran los dedos flácidos

en ellos cabe la lúbrica viscosidad del deseo.

Hoy que las madres llevan flores muertas

en la cintura, en los hombros,

y por las calles bajan con un grito

en la frente y una voz de sal en la boca,

mineral y oasis saben a madreselva

las trabajadoras.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Era de esperar

                                 Sobre un poema de Aníbal Núñez


Sí, tras bambalinas de sombrío escenario

estampas varias, misterio de tramoya,

unas sillas vacías y luz cenital,

se ocultan dos mimos

que molturan semillas

rojas de adelfa blanca

en un molinillo de aspas azules,

mientras cubren sus cuerpos con batines

de seda y sangre.

Se transparenta la noche del actor,

su mano ejecutora, pero llega el día.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

La lectura es sal y el libro humo

Yo soy la inocente que mató a otros
y después enterró sus cuerpos en minas de sal
a golpe de pala almacené versos en estantes
y estantes de olvido. Subían hasta el cielo los estantes
y bajaban ardiendo los libros. Quedó con ello
conservado para siempre el dolor y la muerte.
También enterré en aquellos sacos de sal
a poetas y poetas la biblioteca entera de tantos
buscadores de versos: a Chantal Maillard a Platón
y los metales pesado de Marzal y sus cojones duros
al poeta de la levita y a la de las bragas de cristal
a traperos y albardas y así fue
como convoqué el verso y del fuego una llama
y del abrojo una vena: la sangre es muda.
Y todo fue humo. Y la sal lengua.
Ahora en pequeño formato tal vez en urnas
o copelas de cristal probetas creo
guardo las cenizas. Venid a por ellas cobardes.

Las escondo y sé qué escorias
dentro las manos sufren el contacto alacrán.
Brilla el filo azul y afilado en seda de una uña 
que sangra señalando el sur fálico y vaginal
donde se produjeron las incineraciones. No acudas.

Hay un relincho de caballo a yegua y un grito de loco a risa
de mudo a mazmorra y de letanía a principios
y todo el que en el mar penetra se vuelve azul
y unos días más tarde muere solo y olvidado
de algas y peces satisfecho.

Lo encontraron como ahogado pero era pertrecho
también apero y un poco de andrajo.

De "Poemas hélicos"

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Las primeras lluvias

Amanezco normalmente de un gris intenso*, casi quien a la par de otro, más o menos farraguas, después de la lluvia ha comenzado el aguacero. Si miras y ves llover. Con los ojos cerrados nunca llueve. La ropa húmeda, amollecida de tiempo. Somos nosotros, alfareros diáfanos los que damos forma al barro. Con estas premisas y estas persianas, tras ellas la noche, tras ella la barca de Caronte o el mar de Neptuno, tras ella el sueño. Pescador sin barca. Abreviado de aguas el ojo te mira. A estos enormes brazos que sostiene la noche le faltan estrellas. Son brazos muchos más fuertes que los del día. Yo regué hortensias con agua de lluvias. Era septiembre sin duda, y tal vez novias había en los neveros, ese temblor de los aguardientes, el áspero lamido de tu lengua junto al Miño. Mi garganta te evita, tu nombre me aleja de las ramas más altas. Muerdo tu hombro con hambre y te dejas. Mi padre era un héroe porque mojaba el pan en vinagre. Después se desnudaba y gemía ante el amor. Después del amor lloraba. Sigo sus pasos y ciego es el mensajero. Cuando atinas nunca aciertas. Las mujeres viejas son hermosas, llenas de vida o llenas de la vida. Una uva pasa dulce y deseada en el plato. Una uva pasa sobre el plato. Clítoris de luna. Sola y en tu boca. Hay un pavo real sobre la pared, pareidolia que sujeta tu vida. Pavonado de aires. Arena y cemento. Mortero para este ademán te citan desde las burlas y los burladeros. Algo tendrán que ver los cosos que te acosan. Mi alma. A este acantilado le falta vértigo. A este poema le faltan empujones. Si supieras que el toldo, el toldo que nos resguarece del otro, lo cosió una obrera en paro. Mi querida alma, cartón de nadie. A qué sol te refieres si sabes a tierra.

(*) Este verso es regalo de Mila Aleman

jueves, 17 de septiembre de 2020

Catedral

Amada, cada vez que subo por tu cuerpo,
entre los tejidos puros de tu alma
encuentro siempre un hilo blanco
del que tiro lentamente para tener
entre mis brazos tu cuerpo dolorido
tenso y triste, y con el que atas al mío
esta absurda ceremonia que ante ti represento
de hombre desatado, descosido o roto
contemplando tu cuerpo,
como una majestuosa catedral contempla
desde el silencio, el miedo a ser abandonada.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Nudos

No te acerques a los jardines a cortar flores

anemonas de trigo verde para la lengua

las copas de cristal fácilmente se rompen 

y entre tus dedos el vino se derrama

pétalos de vidrio y sangre.


Y si tienes miedo a lo que es velado

y huyes de la belleza que hay detrás

de los almendros prohibidos

no entres en las catedrales a buscar

las flores blancas y amargas de la ausencia.


De las casas vacías salen pájaros blancos.

También del fragor de los nudos.


miércoles, 12 de agosto de 2020

Ventanas

 ¿A qué hora se publica un poema

con garantías de Nobel en este manco mundo?

se preguntaba el ignaro poeta de la noche.

La playa se llena de un tropel de bañistas.

Los corazones de cada uno de ellos, también.

¿Asistimos a una orgía de febriles corazones?


Todos dependemos de una mirada,

del roce más o menos intencionado de un dedo

indicando las fechas mortales de los cuerpos.

Las cocinas del hambre se cierran a las doce

y después de ese hambre clausurada

nadie responderá a la gula febril de tanto miedo.


Esta tierra está llena de carne,

es una carne inocente y sola

desnudándose y abriéndose a cada instante

que sabe de un gusano primordial

y exigente. Se introduce en la boca

como una lengua se introduce en el sexo.

Abre tu ventana. Los armarios se cierran solos

como si dentro de ellos hubiera un espejo

de agua que empuja los deseos y las puertas

hasta las orillas y el azogue de los ríos.


Tras el espejo no existe nunca

una boca deseada que te haga compañía,

que musite: “Tú y yo, un solo y breve instante”.

Afuera está un hombre con los labios pintados,

su carmín es más exigente y preciso

que el estilete de todos los arcoíris

buscando la palabra, el arco y la herida.

Con las ingles marcadas de venas

sensuales, tensas y azules, te nombro:

"Soy el caudal que te lleva".


Un puño cerrado se oxigena sobre una almohada,

de su apretada soledad mana agua azul.

La lengua de los pájaros también tiene alas.

Las reses, las bestias, las acémilas,

duermen en camas de serrín y caoba,

son las cuadras sucias de la noche.

Hay un nácar perpetuo en cada forma,

lo lame un armiño de fuego

y con cada baba va dejando

una podredumbre de colmillos exangües.

domingo, 19 de julio de 2020

Arden

Arden los pétalos, las perdidas, las barbas azules y marrones de los abandonados, el maíz de los solitarios, arde el pelo de los atrevidos y la calva de los crucigramas, las cañas de los veladores y el árbol de los sin sombra. Arden los ojos cerrados en los pasillos romos del Metro, los poemas de Gamoneda y las semillas calientes de la lengua. No arde el mar de Gimferrer pero arden las arenas de Cernuda y los poemas de agua de Celan, arde la noche y el piso desde el que muere y agoniza un libro que no arde. El verso. No soporto el miedo. No soporto el agua sucia. Este país. Aquel que se cruza de brazos. Aquel. Arde el amor. Amo el fuego. Tu pie descalzo caminando por el mármol frío. Las claraboyas. Las mirillas alcahuetas de los besos. Hasta parece que te quiero. Hasta parece que ardes. Arden las ausencias. Y sigo siendo de carne a pesar del fuego. Mis manos. La mentira. Hay cuerpos caídos en las huertas, abrazados a cinturas de agua, a hilos sinuosos de agua que riegan los árboles sin fruto de la muerte. Arde mi pene como una vela encendida a los milagros. Aquel que me mira sin ver.

viernes, 17 de julio de 2020

Siete por siete

Anochece. Debajo de la piedra una familia de gusanos es feliz. La puerta guarda su carcoma y nadie levanta la voz. Un hilo de barro drena las costuras, invade las huertas. En los cristales dejo mi ojo, también mi esperanza. Miras en la niebla. A veces se multiplica el dolor. Otras se resta. Debajo de la barbilla oculto un reloj y si mastico no vendrán vencejos ni heridos ni vencidos, ni ala. Toda la historia ha sido escrita contra el vestigio, brizna de los trabajadores: su frente fue pisoteada. Su sal era estiércol. Me bajo en la próxima. Aún las olas creen en Dios, y llegan a las orillas de las playas cargadas de cántaros. Ah!, Anne Carson recibe un premio de la burguesía. Nos premian siempre ellos. Es bonito rebonito sentirse admirado y reconocido. La belleza se estrella contra el poder. Todo terreno es secarral y todo avión es ruido. Desde aquí hasta África todo esclavo busca su libertad. Mi mano te toca pero tú estás muerta. Mi mano te toca y eres abismo. Se abre tu piel. Se abre tu sexo. Te abrazo y alrededor de ti y de mi un millar de hormigas nos protegen: el ácido fórmico, el orégano, aquellos orgasmos bajo la falda, en una jaula el falo de los barrotes y el aire de las hendiduras. ¿Qué quieres? Si sabes algo cuéntaselo a los almendros. A los robles. Amo tu boca cuando come relojes. Si no sabes nada dímelo a mí. Yo que soy agua. Siete por siete suman diecinueve. Hoy.

Escucha

Tú escuchas lo que se dice en el despacho donde se reúne el enemigo y te ofendes, te escandalizas, se te desgarra la piel que usas para amar todos los días, y el alma de llorar que usas por la noche. Pero tú vives lo que se decide en esos despachos desde hace años, lo que te hacen a ti y lo que nos hacen a todos, y lo vives con cierta "naturalidad". Te levantas de la fosa cada día y acudes casi vivo al trajín de tu sangre. Lo hicieron tus padres y tus abuelos. Es un dolor acostumbrado. ¿Por qué conocer los detalles de lo que se dice en un despacho, a tus espaldas, para acabar contigo lentamente y de forma organizada, como así ha sido siempre el comportamiento del aparato del Estado y sus despachos, ¿te hace tan sensible? ¿De qué desgarro que no sabías te abres las vestiduras de la piel, las del alma? Conocer la trama donde oyes los detalles de cómo el Estado confabula contra ti, ¿te produce morbo? ¿Te sientes importante al oír cómo el enemigo da nombre a tu dolor, lo clasifica, y lo codifica y te hace cadáver? No hace falta constatar a través del audio, que tu oreja siempre supo escuchar. Lo sabes. Lo sabemos todo del enemigo, sin entrar en detalles. Tenemos dignidad sin necesidad de que ellos la pongan en duda. Por tanto una conversación conspiratoria contra la vida que llevas, no debería añadir nada a esta soledad de paria triste, incapaz de correr la cortina que muestra el rostro horrible de la fiera. Tu impotencia necesita el pulso templado de la vida, pues como dijo aquel que un día amó a Frida Kahlo, las revoluciones son momentos inspirados de la historia. Y si un día decides que no puedes más, cuenta conmigo y nos echamos al monte, en busca de otras tribus.

Emulando a Tarzán

Si compartes sofá con un tigre
cuantos sofás son necesarios
para entender la lenta agonía
de unas rosas rojas
en un jarrón metálico y formal
sobre mármol lunense
traído de unas canteras ilegales
cerca de Perales de Tajuña
a las doce de la mañana
cuando un sol radiante entra
por la ventana y al fondo del paisaje
se ven unas hermosas
y cristalinas cataratas.

Sostener la mirada al tigre
cuando este ponga
su descomunal zarpa
delante de su cara
y mantener el cuerpo recto
contra el respaldo del sofá
mientras el periplo de selva
de la fiera se desliza lento
a lo largo de su espalda
como una liana de raíces trenzadas
balanceándose en el fondo
brillante de los ojos del felino.

Y dos: Si usted es un buen observador
podrá comprobar que una gota de agua
nunca intentará traspasar el cristal
ya que según su código genético
esta acción invasora es considerada
una redundancia. Deslizarse por tanto
es la manera culta aprendida por ella
a lo largo de los siglos
para adaptarse a la caricia
que usted siempre confundió con el miedo.

Te quiero

Azules y grises van los olvidados. Otras son rojos si no se distraen, o van libres si el mar se hace amigo y la corriente verde de los ríos los arrastra. Mira cómo la deriva es parte del abordaje, pero también de la nobleza del poder irse a pique con la cabeza alta para acortar la soberbia de las profundidades. Su contundencia a veces te obliga amar para poder vivir. Las tablas de salvación siguen rutas o derrotas inventadas.

miércoles, 8 de abril de 2020

Nasciturus, el no encontrado

¿A dónde vas pétalo feliz?
Al final del vencido sendero
hay una capilla donde rezan
sólo los abatidos. Y en su amén
descansan sagrados perfumes
de otras flores acaecidas
en primaveras livianas y esenciales
que no fueron rendidas.

¿A dónde vas
de qué errar eres prisionero
ahora que la muerte
cinta de seda negra
se abraza a tu cintura
caída y mortal
como un réquiem pronunciado
por labios extranjeros?

viernes, 6 de marzo de 2020

Papelera

Ayer escribí un poema y lo tire a la papelera. Tengo pinta de alambre inmortal, tal vez soy óxido moviéndome estertor con las manos atadas por ese filferro que va cosiendo mi ánimo de poeta desbardado. Camino esposado a la costumbre. Fotógrafo de la noche, ánimo de culebra, me murmuran las viejas al oído siniestro de la escucha, comulgo con la miga de pan sembrada con esta mano de seda sedienta de rastrojos; pero nunca rezo, huyo de las penumbras y de las penitencias, odio sus haches y sus hachas. Ayer escribí un poema. Este silencio de los nísperos. O el ojo Nepal de las alturas. El papel dulce de las frutas, su envoltura de piel y su escritura, y el alambre triste de las papeleras como residuo de un ay! No tengo a nadie a quien comentar que esta pena sin fondo de papeles, forma parte del arte furtivo del poeta. Cuando me miro en el espejo a veces soy yo el desconocido. Pon con cuidado entre mis brazos tu carne macilenta, descosida, ajada y floja; y en tu quiebro de pérdidas carnales el tacto abandonado de mi mano, y una duda. Siempre una duda cuando la carne no nos llega al hueso principal de la pregunta.

Te amo

Con paciencia
o también con rabia noble
pulo la roca,
grabo con la yema de los dedos,
escarbo en la arena
de las rocas fáciles y blandas,
y que la vida incitó a sobreponerse
a la erosión antigua del poema.

Y ahora ando con una piedra
en cada mano apretando el puño
al paso de esas bestias
que amenazan la posibilidad
de que yo vuelva a tropezar
más de un millón de veces
en la misma roca.

Y ya no me queda sino que destrozar
mis uñas, mis carpos y mi frente
en los tantos errores que cometo
mientras miro amanecer,
tus ojos, el bosque,
y desde aquí hasta allí
midiendo la distancia
de la soledad del hombre
todo es piedra reducida
a un solo y único grano de arena:
nuestro universo:
aquel fuego del que provenimos
va quemando las palabras eternas.

Y concluyo reloj de arena y agua,
tiempo encarcelado en copas de vidrio
clepsidra y espera
hoy que me encuentro solo y tarde.
Y es así como sé amarte,
como puedo amarte.


miércoles, 4 de marzo de 2020

Nada

No hay nadie que nos avise del silencio
de ese sordo ruido inexistente
que se instala poco a poco entre nosotros.
Ese silencio se vuelve un sonido cómodo
que supuestamente te apacigua
y es entonces cuando te das cuenta
de que no vas a oír nada
de lo que suceda a tus espaldas
nada de lo que suceda ante ti
nada de lo que suceda de hoy en adelante.
Y esperas como un ciego
la llegada silenciosa de una mano
el tacto desnudo de su guante
el oído presto a una caricia
que no te hizo nadie.
No hay nada
nada se lee en el viento
ni sobre el polvo de las cosas cotidianas
nada dejó huellas
ni siquiera un libro que nos diga
de por qué se hizo este silencio.
No hay señales ni rastros
tan solo una amable costumbre
a no sentir nada.




jueves, 20 de febrero de 2020

Amor

Follé en el mar Atlántico y en el río Guadiana
moví con mi pene las arenas y el cieno
y entre culebras y coquinas
me deslicé entre las piernas más hermosas
porque eran las últimas piernas
que la vida me ofrecía antes
de ser pasado -aquella constante posibilidad-
por las armas
antes de ser escupido por los hombres
y antes de ser rechazado por la moral enemiga.

Follé contra las tapias.

Follé en los parques y en las bibliotecas
mirando la nieve de las montañas
y soportando el peso de los bosques
viví en pisos clandestinos
en sábanas clandestinas
en suspiros prohibidos
amé desesperadamente
con un revólver humeante en el estómago
bajo el peso húmedo de las palmeras
la ternura verde de los limones
y el refugio templado del olivo.

Follé contra el sistema y contra la vida.
Y ella y yo lloramos aún amargamente.


domingo, 16 de febrero de 2020

Confusión

Que da a confusión el poema que no pone énfasis
en la palabra hazaña, diminuto,
que no conjuga tropa con tropel,
anillo con falsas alianzas,
villa con villanaje, hoja con ojal,
borda con abordaje, salario con sal.
Final con el fin de cada uno de los gestos
que nos mueven a seguir gesticulando,
pues somos
el complejo entramado de una señal.

Vente conmigo al sur

Vente conmigo al sur,
pondré albahaca para ti
en los rectángulos azules
de la cal,
en los quicios sin alma
de las ventanas.

Vente conmigo al sur,
tengo naranjos en el paladar,
jazmín húmedo en los dedos
y clavelinas de mar
cosidas con hilos de luz
entre las escandalosas manos.

Vente conmigo al sur,
quiero mirar cómo te alejas
entre dunas de arena
y por un instante me abandonas.

Cuaresma

Palabras encontradas en un altar,
dentro de un cáliz de plata
envueltas en pan de oro:

"El crepúsculo prepara su aceite
templado y mortecino
su luz de cenizas
su humedad dorada.
Me gusta follar con ella,
comulgo con su carne:
la cuaresma arde en mi boca."

Caballo y jinete

Montó en el caballo, pero antes de hacerlo,
vio que sus ojos estaban apagados.
La tristeza del equino le llenó de incertidumbre
y dejó que galopará a su antojo.
Ninguno de los dos tenía a donde ir.
Caballo y jinete llevaban en su interior
una niebla profunda
y abrazados al espeso trazado del paisaje
buscaron el rumbo de los solos.

miércoles, 1 de enero de 2020

Noche

Ya se ha hecho de noche una vez más
en el agónico día del hombre.
El acero llueve sobre la ciudad.
Desde un cielo que todo lo consuela
con miradas de aguas oscuras,
resbala por las fachadas de cristal
una antigua lágrima,
que deja en el vidrio de humo
una huella sucia y opaca, otoñada de tiempo.
Su pasado mineral alivia a proscritos individuos,
que desde sus corazones solitarios duermen
el merecido descanso de excelsos dioses,
día a día derrotados por la soberbia
y el amargor crudo de lilas amarillas.

Hay un hombre ciego en todas las esquinas,
con un candil de oro apagado en cada mano.

Uno

Uno anduvo de cabizbajo para convocar poemas
como pudo andar de pobre para arañar limosnas
luego de rituales turbios bajo noches brujas.
Uno de burgo a merindad
reciedumbre a cada tranco
levitó en vapores de humedades maniguas.
Acortó los pasos por toberas tránsitas
ceñido a los carpos que troquelaban a golpes
del dígito los noctámbulos versos.

Y Uno seguía hipnotizado el curso de la poesía
evocando que desde la soledad se construye
el textual páramo donde mora el sueño.
Y Uno se quedó ámbito y secuela
y nadie le avisó
de que manzanas y duraznos
se fueron imponiendo
a los frutos de su boca
y ya no recuerda el sabor de los besos.
Y como si solo o Uno hubiera
gira la cabeza por si le llamara
la voz que mejor le ignora.

Costumbre

Estar al acecho
al final y también al inicio de la palabra
allí donde confluye el ánimo
y el nombre discontinuo de las cosas
y el nombre del murmullo
y el nombre de los nombres
que a su vez van nombrando
el curso de las cosas.
Y una vez señalados los lugares
por los que cursa
el habitante normal de la vida
ser nadie ser nada una abreviatura
el censo donde se tensa el ánimo
y la casa donde hay templado hogar
y el hogar donde se enciende
el patio solar de las reuniones
y los besos inclusos los abrazos
y un cuerpo deseado y amigo
en las plazas donde estalla
un aplauso general contra la costumbre.