viernes, 21 de febrero de 2014

El silencio más blanco de la noche

Ya finalizo este libro perfectamente lascivo
hecho con trueques y revoques
repleto y fascinante
que empecé un día que ya no estaba tierno
un día que no tiene memoria
en el recuerdo fatigado de la noche
en las sombras histéricas de la vida
donde la historia y el hombre se degüellan.

Recuerdo sin amargura
lívido o gris
casi sin dolor de muelas
casi sin muleta coja
los nombres de ellas y de ellos
aquellas amantes y amigos fascinados
por un clima de rotunda felicidad:
eramos seres importantes
casi a veces imponentes
abrazados al tajo y la soberbia.

Nunca fueron peligrosos los atajos
que recorrimos juntos
caminamos sorteando la niebla
alguna noche oscura
y los palpables obstáculos de la carne.
Eramos seres inmortales.

Y todos nos fuimos
con cierta locura o buscando algún remedio
al silencio más blanco de la noche.
A este olvido de grapas sujetando
la armonía azul de la memoria.