jueves, 20 de febrero de 2020

Amor

Follé en el mar Atlántico y en el río Guadiana
moví con mi pene las arenas y el cieno
y entre culebras y coquinas
me deslicé entre las piernas más hermosas
porque eran las últimas piernas
que la vida me ofrecía antes
de ser pasado -aquella constante posibilidad-
por las armas
antes de ser escupido por los hombres
y antes de ser rechazado por la moral enemiga.

Follé contra las tapias.

Follé en los parques y en las bibliotecas
mirando la nieve de las montañas
y soportando el peso de los bosques
viví en pisos clandestinos
en sábanas clandestinas
en suspiros prohibidos
amé desesperadamente
con un revólver humeante en el estómago
bajo el peso húmedo de las palmeras
la ternura verde de los limones
y el refugio templado del olivo.

Follé contra el sistema y contra la vida.
Y ella y yo lloramos aún amargamente.


domingo, 16 de febrero de 2020

Confusión

Que da a confusión el poema que no pone énfasis
en la palabra hazaña, diminuto,
que no conjuga tropa con tropel,
anillo con falsas alianzas,
villa con villanaje, hoja con ojal,
borda con abordaje, salario con sal.
Final con el fin de cada uno de los gestos
que nos mueven a seguir gesticulando,
pues somos
el complejo entramado de una señal.

Vente conmigo al sur

Vente conmigo al sur,
pondré albahaca para ti
en los rectángulos azules
de la cal,
en los quicios sin alma
de las ventanas.

Vente conmigo al sur,
tengo naranjos en el paladar,
jazmín húmedo en los dedos
y clavelinas de mar
cosidas con hilos de luz
entre las escandalosas manos.

Vente conmigo al sur,
quiero mirar cómo te alejas
entre dunas de arena
y por un instante me abandonas.

Cuaresma

Palabras encontradas en un altar,
dentro de un cáliz de plata
envueltas en pan de oro:

"El crepúsculo prepara su aceite
templado y mortecino
su luz de cenizas
su humedad dorada.
Me gusta follar con ella,
comulgo con su carne:
la cuaresma arde en mi boca."

Caballo y jinete

Montó en el caballo, pero antes de hacerlo,
vio que sus ojos estaban apagados.
La tristeza del equino le llenó de incertidumbre
y dejó que galopará a su antojo.
Ninguno de los dos tenía a donde ir.
Caballo y jinete llevaban en su interior
una niebla profunda
y abrazados al espeso trazado del paisaje
buscaron el rumbo de los solos.