A vece te citas y no llegas y a veces llegas sin citarte. La chica de la moto casi malva llegó sin que nadie la llamara y dejó su moto e incluso quiso vendérmela. S.C. eran sus iniciales. Falsas según comprobé. La grúa de la vida se llevó la moto a pesar de su perfecto camuflaje camaleónico. La esquina para quien la trabaja. Dirección prohibida. O dirección errónea. Aparcar puedes aparcar, pero la grúa es como un río crecido. Es lo que tiene citarse en calle de arrabal, justo donde aquel viejo tsunami se llevó por delante La Chanca.
Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
jueves, 15 de junio de 2017
sábado, 3 de junio de 2017
Aquel hombre
Ella regaba las plantas con zumo de naranja.
Él las miraba morir lentamente.
Ella creía que las plantas tendrían un aspecto
distinto, más brillo natural,
que les estaba devolviendo algo que fue suyo,
un aroma futuro de azahar.
Él pensaba que su mujer sufría
y añadía sal a la tierra. Y lloraba a escondidas.
Él las miraba morir lentamente.
Ella creía que las plantas tendrían un aspecto
distinto, más brillo natural,
que les estaba devolviendo algo que fue suyo,
un aroma futuro de azahar.
Él pensaba que su mujer sufría
y añadía sal a la tierra. Y lloraba a escondidas.
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