MEMORIA
I
Desde lejanas tierras negras conquistadas por arpías sombras
llega una mano blanca para acariciar tus hinchados labios
de loba en celo
que con sus aullidos araña los cristales rotos de la luna.
Anaranjada cantas porque tu canto verde es un milagro
pronosticado a veces por estrellas fugaces de amarillenta luz
que desde el profundo silencio cruzaron el cielo.
Y desde la estrecha torre déspota que los árabes usaron
para escrutar la noche y sus misterios
te responde el melodioso canto de un pájaro que anida
entre sus viejas piedras ocres sin que tú lo sepas.
II
Escorzo te vuelves cuando tu cuerpo ardid
descansa sobre tableros rotos, fardos de alfalfa
paja de centeno gavillas apiladas en el dorado henil
al que regresas para oler de nuevo el vaho difuso
el olor secreto y sediento de frágiles pétalos marchitos,
como aquellos otros perdidos entre antiguas
paginas de libros indefensos y rotos
entre los que ahora buscas y rebuscas con denuedo
respuestas sabias que mitiguen tus recuerdos.
III
La memoria, su nostalgia infinita la llevas
de pradera en pradera, como fiel unicornio
y pastando se queda junto a ciervas jóvenes y muertas.
Águilas de cera volverán te lo juro
con torpeza de nudo ataran tu tristeza
desandarás los pasos oscuros e inocentes,
volverás a tu casa rota,
levantarás paredes de adobe rojo y cieno azul
y de otro color serás morada.
IV
Acumulo en la memoria aceitunas verdes
cebadas dormidas, manzanas perdidas
que huelen a remota niñez, a olvido.
¿Qué es el recuerdo sino una fruta, o un olor,
o una luz, o un instante,
o un sonido, o una liviana y limpia caricia?.
El atardecer, el amanecer; la noche, el día.
La traslucida nada de cristal y agua helada.
¿Por qué aquí es tan cálido el invierno
y por qué mi padre no pudo besarnos nunca
ni a mi madre ni a mí?.
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