Era un poeta que llevaba una bolsa de tela roja llena de piedras. De vez en cuando extraía una piedra de la bolsa, le daba un beso y la arrojaba contra la fachada de una casa elegida al azar. Cuando le preguntaron tan extraña actitud, sólo dijo:
.- Yo tiro piedras con un beso a las fachadas, otros montan una performance, algunos dan el cante, otros escriben poemas y dan recitales y su nombre se escribe con grandes letras de molde. Pero yo tiro piedras con un beso a las fachadas de las casas.
Estoy intentado radicalizar mi poesía y próximamente retiraré el beso a las piedras que arrojo y se lo daré a las fachadas golpeadas por las piedras".
18 comentarios:
Me has hecho reír esta tarde. Es buena esa forma de radicalizar la poesía, se ve que no era nada tonto este señor poeta.
Besote,
Nená
Este poeta estaba como una cabra. Me lo encontré un día sin piedras en la bolsa. ¿Y ahora que tiras? le pregunté. Y me dijo, "He fracasado como poeta, y ahora tan solo miro las fachadas".
Un beso Nená.
Te he escrito un comentario pero no lo veo, quizá lo hice mal o sale por ahí traspapelado. Te decía que le has hecho un buen homenaje a aquel poeta con estas líneas tuyas, y te daba la enhorabuena por ser tú el poeta con tan bonita visión del final de una historia, que francamente, es aleccionadora y muy original.
Nená
Aquí como se traspapele algo me parece que se queda en un limbo de algún marajá, que se debe estar forrando con los desperdicios de los equivocados.
Bueno, un beso Nená. No quería ser aleccionador, soy un mal ejemplo.
Cuídate de los poetas. Más besos.
¿Son distintos de las poetas?
No me contestes.
Nená
No son distintos de las poetas.
No te contesto.
Tomás
Deberíamos besar lo golpeado para redimir la culpa en las esquinas abatidas ;-)
Un beso nuevo.
... o duplicado :)
Un beso duplicado, Paloma.
Las pobres esquinas, lo ven todo con cara de circunstancias. Son muy observadoras las esquinas.
Mira me acaba de venir a este recuerdo mío, que cada vez me recuerda menos, una entrevista (no recuerdo dónde, debió de ser para Gramma) que le hizo García Márquez a Fidel Castro, dónde el escritor le preguntaba cual era su mayor deseo. Fidel respondió: "Pararme en una esquina".
Evidentemente a mí me pareció poética la respuesta. Fidel tal vez quería que las esquinas le contaran si el pueblo conspiraba contra él.
Besos para las esquinas y para ti.
Poesía autobiográfica:
tirar piedras contra tu propio tejado.
Es la mejor manera de reparar los desperfectos del corazón.
Besos.
Por qué la bolsa era roja?
Estoy volviendo poeta
Besos
Buena pregunta, Eva. Tal vez porque las piedras eran azules.
Un beso. Vuelve, no seas una perezosa sentimental.
Se puede radicalizar aún más, tirando la fachada al suelo. Al fin y al cabo, la fachada es eso, pura fachada. Besar las ruinas de las buenas construcciones, las de Bolonia, por ejemplo, que te pillan tan cerca, es otro poema.
Si mal no recuerdo, en aquel paraje y de fondo la gran duna hay un ombú precioso. ¿Lo fotografiaste, Tomás?
Un texto para depurarnos. Perfecto.
Agradecido por tus hermosos y vinculantes escritos.
Un abrazo.
Manuel, no lo tengo claro. Se pasan el día rompiendo piedras en Bolonia y sacándolas de su letargo. Acotan zonas y vi el árbol desde 150 metros, pero no podía acceder a él. Foto hice, te la paso y me comentas.
Este poeta era urbanita y nunca quiso tirar las fachadas. Vivía de ellas.
Un abrazo.
Humm... Me ha descolocado este ingenioso texto y este poeta tan surrealista. Pero me hace pensar que la poesía tiene mucho de besos y piedras, de balas y flores, de pólvora y magnolias.
Besos
Me gusta el color de la bolsa: rojo
Este poeta era una maravilla, Shandy. La cantidad de pedradas en verso que dejó por la ciudad de arena.
Y dentro de esos besos que dejaba, como tú dices, los había de pólvora y de flores y también de rayos y truenos.
Besos.
Publicar un comentario