miércoles, 6 de junio de 2012

No me pongas deberes

Ahora que amanezco con dos dedos de frente,
un aroma de hambre,
o un futuro de hombre,
ahora que me siembro de árboles por dentro,
con la piedad debida, no me pongas deberes.

Ahora que me pienso distante
como un siempre,
y me abrumo de nombres,
de calles y recuerdos
que voy dejando atrás, no me pongas deberes.

Ahora que anochece y no quieres que te acune,
ahora que me asombro
de tu carne clemente
y miras mi reclamo como poco importante,
no me pongas deberes.

2 comentarios:

Shandy dijo...

"Deberes"... palabra impositiva que me devuelve a la infancia, a la salida de la escuela, a las horas extras.
"Deberes", palabra odiosa que me robaba un tiempo de juego, la libertad de la calle y los amigos, la bici, los patines, las apandas,la "palomita blanca es". Y el pan con chocolate a la hora de la merienda compartido con Dominguín...
Deberes No. No me pongan deberes.

Rivero, sólo acepto los Deberes que yo me impongo (las obligaciones me vienen impuestas): leer poesía, por ejemplo. Incluyendo la de tu blog, mientras sean versos como los de este poema.

Besos

Tomás Rivero dijo...

Y yo que agradezco tu lectura, Shandy.

Yo nunca "disfruté" de los deberes que tú hablas. Tomé chocolate y jugué en la calle después del colegio, pero nunca tuve deberes. Ni siquiera con mayúsculas.
Ahora mi deber es una deuda conmigo. Y no sé cuanto "de qué" me debe el tipo, para saldar la cuenta.

Más besos.