martes, 1 de enero de 2013

A veces pienso en la libertad

A veces pienso en la libertad.
Si no será que la libertad,
a parte de hacerte libre,
te libera de la libertad de los otros.
A veces pienso si en la libertad tuya
o mía
no hay despreocupación.
Si no será que la libertad tuya
me hace menos libre a mí.
Si no será que somos libres siempre
gracias a la poca libertad
que el otro manifiesta.
Si no seremos libres gracias
a las renuncias del otro.
A la poca libertad que el otro quiere para si,
que el otro exige para sí.
A veces pienso si no será
que eres libre gracias a mi renuncia a serlo.
Si no será que no quiero ser libre
a costa de tu libertad.
A veces pienso que no quiero ser libre
y eso me hace pensar en tu libertad
y la veo sosteniendo entre sus brazos
un grito distinto al del prisionero,
pero con la exigencia del que no se siente libre.
Esa permanente exigencia.
Esa libertad que siempre tiene el otro.
Decir, pensar si acaso uno puede ser libre,
pensar, si el otro sabe que lo es.
Si su libertad le pertenece.
Y si así fuera
¿por qué su libertad no es nuestra?
Y si así fuera
¿dónde nuestra propia libertad?

A veces pienso que si tú me quisieras.
Si tú. Si tu libertad.

Y si debo resumir el miedo
a la libertad
a veces pienso
que parezco un trámite doméstico.
Un asunto de andar por casa.
Una cosa añadiendo pena a los muebles.



11 comentarios:

Luis Sevilla dijo...

Me encanta esta descripción de la libertad con todos sus límites, sus concesiones, sus deseos. Incluso los imaginarios.

Me encanta.

Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Certero hasta resultar doloroso.

Tomás Rivero dijo...

Creo Luis, que los deseos imaginarios sobre la libertad son los más cabrones. Y lo más hermoso de la libertad, quizás sea la que habla de concesiones. Esa libertad que se concede sabiendo lo que pierdes. Sabiéndolo. Tan hermoso que el otro también lo sabe y no quiere que la pierdas.

Un abrazo, Luis.

Tomás Rivero dijo...

Anónimo, doloroso sí, puede, pero no tanto como para ser anónimo en nombre de la libertad. Un contrasentido.

Saludos anónimos.

Unknown dijo...

La libertad tiene mucho de obviedad, una obviedad que se ensalza muy por encima de sus posibilidades y, sobre todo, a costa de aquellos que jamás la alcanzan porque quizá aún no se han dado cuenta de que la libertad máxima solo se consigue en soledad. La otra, la que nos venden, muy pocos la pueden comprar.
Muy buen poema, Tomás, de los que merecen releerse.

Abrazos.

HOSTAL MI LOLI dijo...


Cada uno es dueño de su libertad, la libertad del otro no nos pertenece, es de su propiedad privada, como el amor. Libertad compartida? amor compartido? siempre es mejor eso que compartir la esclavitud o una celda. Besos.

HOSTAL MI LOLI dijo...


Por cierto en el Nido ha gustado mucho tu poema. Besos.

Tomás Rivero dijo...

En soledad se consigue una libertad, que si dura mucho, termina uno deseando algo que lo esclavice, un deber o un deberse a algo, a alguien. De este tipo de libertad me gustaría hablar.

De la libertad de los pueblos, está todo trillado. A veces me gusta constatar y decir que tenemos la libertad que hemos conseguido. Que al fin y al cabo es la libertad que hemos querido tener. ¿Quienes son los tiranos, los esclavos o los esclavistas? Se lucha por la libertad si se sabe su significado. O se acepta la esclavitud por pereza, porque es mejor que a uno le digan lo que tiene que hacer. ¿Qué se necesita para tener claro el horizonte? ¿Cual la independencia que necesitas para vivir con cierta dignidad? Creo que la libertad es un logro en movimiento: se necesita a partir de que se saborea. Y se quiere más cuanto más se sabe de ella.

Un fuerte abrazo Ramón, y gracias por tus palabras. Ya sabes que las tengo en consideración.

Tomás Rivero dijo...

Libertad compartida y amor compartido, sí. Pero si es así, yo no llamo a eso propiedad privada, si se comparte. No quiero tener la propiedad privada de mi libertad o de mis sentimientos.

Gracias por ponerlo en el Nido. Un beso, Loli.

Julia dijo...

Yo, que no sé nada.. Me emociona la libertad que sientes al escribir. Besos.

Tomás Rivero dijo...

Todos sabemos y algunos sabemos cosas que no sirven para nada. Con lo "práctica" que es la sociedad resolviendo problemas puntuales, que es una bonita manera de no resolverlos, creo que los que no sabemos, la estirpe de los inservibles, tenemos un gran futuro por delante.

Besos, Julia.