Ven amada, aún queda en mí,
como en un juego de niños,
si tú quieres, algo de juventud
que poder compartir contigo,
contigo siempre, porque tú,
más que las otras,
sabes sobre la carne
dónde se ubican, pulsando,
los resortes tiernos de la vida,
plenitud o fuente
este surtidor inagotable
del que bebes la blanca cana dormida
de la muerte.
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