Quedan inmóviles pendientes
un largo índice de rojos fracasados
amando su codo izquierdo
su labio inferior
su frente amplia
sus orejas de música
sus rodillas de fuego.
Quedan inmóviles y pendencieros
guerreros de la noche
esta tarjeta de visita
este cuaderno
esta delicada noche con su fiesta de baile
donde nunca te saqué a bailar
pero tu cintura danzaba entre mis manos
y me enamoré de ti como un normal.
Quedan las pérdidas:
todas las oportunidades vacuas de cada día
y largos borradores de urgentes versos
precipitados: su borrón de lágrimas
templadas. El papel secante
amansando el dolor de un mal poema.
Queda la música de Aute
O la de Silvio o la de Pablo.
El patio de Triana y un blues de Mayall.
Azules musarañas
teatros en el cielo
asustadas bandadas de pájaros negros
en el invierno húmedo de los campos
alegres y tristes
de esta España hermosa y plana
aquella partida de bandidos imbatibles
maquis románticos o no
en los montes secretos de la noche
resistiendo la soledad de la muerte.
Quedan inmóviles pendientes
rosas tatuadas en la piel de las ingles
una flor por cada amor fracasado.
Finísima piel dolida
tan necesaria y precisa para amar
para sufrir puñaladas azules y de oro
y desangrarse de un único amor
un amor irrepetible y acabado.
Todo es efímero
los lobos se amansan. Desaparecen los bosques
y aumentan las huidas y el aplauso.
Tus ojos y los míos se miran tristes.
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