Cuando comencé a entender la mentira
dejé de ser niño,
pero busqué la belleza para protegerme,
huellas sobre la arena,
el eco de un sonido lejano,
un libro con un silencio dentro.
En un país extraño
hay un vencejo que construye su nido
con saliva transparente, casi de cristal,
pegado a rocas inalcanzables.
El hombre escala esas rocas,
se descuelga por simas
y usa esos nidos como alimento.
Se cura así de la nostalgia de volar,
su deseo de alas invisibles.
Mientras, yo descubría una tarde
que eras una verdad imprescindible,
mi abrazo de agua y soledad.
Había comenzado a ser un hombre
que se acunaba en tu vientre
con alas transparentes de vencejos,
mi deseo incontenible de querer volar.
4 comentarios:
Impresionante.
Parco. Gracias por esa palabra.
La temática me es reconocible...las alas desplegadas, el querer volar, el vuelo...el salir de la prisión del cuerpo y la tierra, la búsqueda de la libertad etc...siempre me cautivó tus referencias a ello. Fíjate si me gustó e impresionó (a pesar de la parquedad de la única palabra) que lo reescribí a mi gusto y lo tengo con correcciones en un folio grande. Llámalo plagio si quieres. Para mi es algo más cuando la coincidencia de sentimientos poéticos es similar o parecida. Un saludo.
Amigo José, veo tu comentario dos meses después y lo lamento. Gracias por esa reescritura o plagio que hiciste de este poema. Coincido contigo cuando ese "algo más" es una escritura a cuatro manos o a dos corazones. Abrazo.
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