En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de
labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian
allí para morir.
-Pere Gimferrer-
En las tiendas de mi barrio se esconden
mujeres asustadas.
Con un temblor triste
huyen de maridos celosos y violentos;
compran leche, lejía, escobas,
pan y algunas libros
que luego leen a escondidas
aprendiendo a huir, a soñar que sueñan,
a no cejar en los intentos
y por fin,
aprendiendo a volar, escapan
dejando un rastro de amores amargos,
superada por fin la baba del miedo.
Subiendo por centros gravitatorios
en islas remotas se refugian,
crean grupos fuertemente armados,
conociéndose o tocándose,
amando la huella virgen,
el punto cero de su carne.
En las tiendas de mi barrio
no quedan cabinas telefónicas
pero sí un eco de mujeres
llamándose en la noche.
2 comentarios:
las mujeres de las tiendas de tu barrio tienen suerte el día que se cruzan con Tomás Rivero en el pasillo del congelado mientras caminan sintiendo el frío que sale de los estantes, pero que es menos frío que sus congeladas vidas
seguramente os cruzareis unas palabras amables y cálidas, entonces ellas pensarán que existe otra vida posible más allá de los Polos
Las mujeres de las tiendas de mi barrio, han aprendido a ver la diferencia entre un hombre y un poeta. Y si se cruzan conmigo, se llevan mi mirada envuelta con la compra. Cuando sus maridos no las ven, desnudas se frotan de miradas todo el cuerpo. El poeta que sí las ve, sonríe al otro lado del espejo.
Publicar un comentario