Nosotros los poetas siempre pensamos
que nuestros versos son los mejores
para que otro poeta no ocupe nuestro lugar,
cosa que nos repugna dado lo mal que escribe.
Y si el otro ocupa nuestro lugar
dado lo mal que escribe,
¿qué clase de lugar ocupábamos nosotros
que tan fácilmente fue ocupado?
6 comentarios:
No es que yo pretenda ocupar lugar como poeta, me contentaría con encontrar un lugar donde quedarme, aunque estuviera ocupado por un poeta. Abrazos.
Es bueno compartir espacios. Yo este lo comparto.
Y también es bueno tener un espacio propio como poeta. Todo sea por la palabra. Ahí es dónde la cosa se pone fea. Hay egos.
Abrazos, Amando.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Julio Cortázar
Incontestable, Tomás. Lo más probable es que nuestro lugar, en realidad, sea propiedad del Banco. Y las subastas, ya se sabe, funcionan a la baja.
Me gustó. De hecho te lo tomaré prestado en alguna ocasión (debidamente citado, claro está).
Un abrazo.
¿Es al mirarnos en el espejo del otro cuando nos vemos? Tal vez. Eso sí, tomando precauciones, ante el posible peligro del mimetismo, no sea que el reflejo del otro nos ciegue. Incluso escudriñando en las ojeras del reflejado sepamos qué mirada ama de nosotros que nunca vimos. El azogue aquí juega un papel fundamental: esa espalda que siempre nos da el poema.
Besos, Shandy.
Bueno, Ramón yo procuro que el banco no ocupe mi lugar, pero en cuestión de propiedades, nunca se sabe...
Coge prestado lo que precises, para eso está, entre otras cosas.
Si citas soy propietario. Y a lo mejor me subastan al mejor postor. O impostor.
Un abrazo fuerte, Ramón.
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