Sus pezones azules
o también de añil,
su sexo violeta y de amarilla soledad,
su mirada verde pidiendo
ven, entra en esta mojada selva
y despierta al feroz tigre
que ahora duerme para ti.
Fue así como crucé la maleza
para ser devorado por un manso tiempo
imprevisible y peligroso.
Los siglos hablan de mi gesto
rígido y hermoso
y postrado en la espesura
doy cuerda a enigmáticos relojes.
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