La llanura infinita y el cielo su reflejo.
Deseo de ser piel roja.
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas.
Deseo de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo
desiertos abrasados de silencio.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores
para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
Cruzó un último jinete la infinita
llanura, dejó tras de sí vana
polvareda, que luego se deshizo en el viento.
Deseo de ser piel roja.
En la Reservación no anida
serpiente cascabel, sino abandono.
DESEO DE SER PIEL ROJA.
(Sitting Bull ha muerto, los tambores
lo gritan sin esperar respuesta.)
“Así se fundó Carnaby Street”. 1970
Dicen que Leopoldo se "miró" en un microrelato deFranz Kafka, “Deseo de ser piel roja”:
“Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo”.
4 comentarios:
Repito el comentario que hoy he hecho en otro blog.
Una familia peculiar los Panero, tienen de todo, fascistas, majaras, drogotas colgaos, señoras frustradas y poetas, lo dicho una familia peculiar.
Salud, Tomás.
Sí, una familia muy particular. Como muchas familias. O como ser bipolar con blog.
Saluti, compi.
En el Deseo de Ser Piel Roja se han fusionado el cuerpo del jinete con el del caballo absorbiendo el tiempo. En el suceso álgido (de un breve segundo) el indio se hace una larga cabellera con las crines al tiempo que desaparece la cabeza del caballo, dándole al ser resultante una forma centaurada, galopando por la pradera de la vida un segundo antes de desaparecer en el espacio y en el tiempo. El tiempo ha sido destruido. Ha muerto el tiempo. Fue uno de los relatos breves que me cautivó a los 18. De una manera sencilla y magistral expone Kafka utilizando el surrealismo, la índole existencial de la vida con una pasión desgarradora. Genial. Si se vuelve a releer cada cinco años es como el buen vino: mejora con el tiempo.Salud a todas-os.
"...constantemente sacudido sobre la tierra estremecida," fue esa frase la que me conmocionó del relato de Kafka, cuando lo leí un poco más tarde que tú. A mí me parece que tiene una carga más existencial que surrealista: la necesidad de ser pradera, viento, el propio deseo de ser un piel roja, la pradera como alfombra sobre la que volar y en esa huida, el vuelo por un universo soñado: jinete de un no tiempo. Efectivamente genial.
Salud, Martos.
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