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hombre mío en rechazo y
observación, vecino
en cuyo cuello enorme sube y baja,
al natural, sin hilo, mi
esperanza…
-César Vallejo-
Que estrecho soy de aquí ahora que me agacho
que corto soy de allá ahora que me estiro
pero cuanto amo al hombre ahora que lo pienso
aún a pesar de la distancia
que me produce su ausencia
se dijo el predicador del desierto
mientras daba de comer a los tigres.
Se ha vuelto anémico el semen fértil
forzado a modelar una forma
un perfil entre los espinos grises
y triste el grito que en el páramo clama
un soberbio ejemplar pletórico
de ácida eyaculación profusa
que arrastrándose hasta la fosa
ansia preñar a la receptiva fiera
postrada y sometida
cautivada por el pecho brillante
de cobre virgen sudando aceros
e inclinada y dócil ante la fálica roca.
Hombre mío
que tiemblas ante el grito de tu nombre
sonando en el eco de mis manos afónicas.
Cuando te llamo icono
tan sólo voceo tu pérdida.
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