No comiences a aprehender en mí con dedos de alfiler
diminutas y atormentadas almas en procesión
siguiendo las líneas arrugadas y sórdidas de mi piel
Ni vengas descubierta al defecto de una noche inocente
sin estrellas vanas titilantes en el profundo raso
apenas sujetas a tus ojos melódicos o sumos
No vengas a mí aún que las gavinelas giran en el mar
y en el cielo los espejos siempre son cóncavos
no vengas que siento esta soledad amarga
este preciado solo que me registra y me asume
y que en mí encuentra desechos de otros nudos
Abismados y avarientos los besos más dispuestos
fervorosos van a someterse a desnutrirse de mí en ti
valgos eunucos sordos y ciegos no nutridos
avarientos a tientas palpan la vaguedad silente
Todo es pequeño y me sobrepasa
nada puedo si la luz y la noche a la vez me alimentan
y en su choque cenital quedo mudo
impenitente péndulo de un soplo genital
de mi axial ángel
su halo.
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