Aquí hay un poema
que echa pestes,
un poema que echa
gases rojos
y azules
por la boca.
Es un dragón indultado
por el frío de la noche.
Es un dragón indultado
por el frío de la noche.
Abre tu mano y
sujeta el mimbre
de mi cintura
contempla las veces
que el fuego se
apaga,
contempla el
trigo que nunca germina
y la hoz que lo
madura.
Aquí hay un poema
que echa
fuego por los
versos,
indultados, sosegados,
indultados, sosegados,
y unas manos que aúnan
gavillas
con los viejos torzales
que nos ataban.
que nos ataban.
Mira la mano abierta del que te ofrece.
2 comentarios:
No sé si el poema ha sosegado al dragón o si el dragón se ha sosegado convirtiendo su fuego en versos.
Parece el argumento de un cuento terrible con un final abierto a la belleza.
Bicos
Tal vez de nuestros cuellos, en concha de plata, cuelgue ese final abierto a la belleza. De nuestros labios cuelga la palabra, el fuego del dragón que nos sosiega: el su miedo.
Besos, Shandy.
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