A cada instante que yo logro
mantener aseado este rostro
(lo limpié reiteradamente con jabón de sosa)
una niebla. Lo cubre un velo.
Y no puedo actualizar esta máscara incólume,
este disfraz anualmente renovable.
Nuevas generaciones (de grasas) viven en los poros.
Espinillas vienen a dar al grano
la sangre macilenta y oscura que lo invade.
Ya no sé si en la arruga reside algún parásito
pero sin duda envejezco
siguiendo el proceso inverso
de la piedra.
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