A esa hora en la que degustamos un café
en nuestra cafetería favorita
al calor de sus acogedoras mesas y sillas
y al suave bullicio del local
(ambiente que nos hizo coincidir
para poner término a nuestra relación
cogidos de las manos
y alguna duda en nuestros corazones
de anacoretas en flor)
a esa hora
mientras el reloj desatiende a los clientes
volando imparable hacia ninguna parte
manecillas de un tiempo improbable
en un rincón acogedor
coincidiendo con nosotros
un hombre saborea una cerveza
mira fijamente la blanca espuma
la acusa con su dedo índice
no oigo de qué
pero un entrecortado murmullo
sale de sus labios.
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