De esta casa salieron palomas encendidas, sus alas eran de agua y en su pico húmedo llevaban un grano de sal para sembrar el mundo de sustancias originales. Y hoy salen de tus dedos paisajes trazados con líneas negras sobre campos verdes y azules. De tus dedos manan líquidas transparencias, sangre de amapola blanca y sueño, ágata y rubí. Y es que tú vas débil y yo me siento rechazado, un escritor siempre es el hombre que más letras añade a la nieve. Sus miedos ocultos en el fuego. |
Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
domingo, 9 de enero de 2011
vecino
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