Láscibos caballos acuden de la primera troje
del segundo pesebre vienen con el hambre
de un hombre sin quijada
recorren con su pie de atleta la calle
que en azul discordia
confunde las casas con hogares
Aleznas clavándose permiten
un ojal enorme de feroces claveles
rico jarrón tu laguna a veces
cuando lo triste está
más allá del botón de piedra
donde la peonía gigante crece
A media luz salieron a mansalva
treinta y tantos caballos de la noche
llevando herraduras de fuego entre las crines
maduras manzanas en los belfos
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