Agua. Un agua difícil y mucho más hermosa
cae desde un cielo que no aparenta lluvia.
Tú no has vuelto del trabajo y solo tengo tu blusa
abandonada donde tú sueles quedarte ensimismada
olvidadiza solemne algunas veces o perdida otras.
Y creo que te quiero. Hay sonidos que son como un atardecer
y que sin ellos no podría saber si tendré derecho a tu belleza
a tu caminar con movimientos lentos por la casa.
He sufrido como nadie por ti por tu amor. Siempre vendré
a verte a esta casa solitaria que esconden tus besos
a este lugar ahora tan lleno de tu ausencia
y aún sabiendo que no estás yo volveré una y otra vez.
Suena una melodía en mi cabeza o tal vez en la soledad
apagada y única de las habitaciones desnudas
y vuelvo tristísimo a estar sin ti y a quererte
más perdido como nunca lo estuve en toda mi vida.
¿Qué es compartir si te fuiste si nos fuimos?
Alejados la pobre y huérfana añoranza baja por mi espalda
y fríamente me reconvierte en otra sombra que va alejándose
sin prisa de las salas vacías que polvo inmenso habitan
las estancias de la casa de la pobre y limitada casa
su humedad como tú me abraza me traspasa y olvida.
2 comentarios:
Tienes poemas ,algunos tan tristes,que me hicieron pensar que eras viudo,por eso me alegré cuando dijiste que tenías mujer,así ya no te siento tan triste. Buen poema. Un beso.
Siempre he sido viudo como César Vallejo. Confundes la poesía con la realidad. Y ambas van por caminos distintos. Sobre todo porque la realidad es de dudosa existencia.
Pensar que uno escribe según es su vida (que puede darse) es preocupante. Y tu manto protector un tanto exagerado.
Ah! a mí estos poemas no me parecen tristes, para nada. Todo lo contrario, cuando los escribo cabalgo alegremente a lomos de una dulce melancolía. La necesito para reconocer las cosas. Mujeres y hombres, incluidos.
Besos.
Publicar un comentario