Sobre el tapete de hilo hecho de azúcar
se fue depositando una sombra
que surgió de la penumbra
se cubrió la mesa de un polvo amargo
y el tiempo no sabiendo contar las horas
los meses o los años
se fue aburriendo en el zócalo azul
de la fría sala
muriendo de pena
a la llegada de la noche.
Y desde entonces una voz bronca y oscura
reina con el poder de la obsesión
en la soledad hermética de las cosas.
4 comentarios:
Sabes encontrarme el clítoris poético sentimental y hacerme llorar. Un beso.
Loli, Yo he escrito el poema, pero no había clítoris. No llores: úsalo.
Un beso.
Me quedo con los versos finales.
Un placer pasar por aquí.
Un abrazo.
Cielo, bienvenido a este humilde blog con pretensiones poéticas.
Un abrazo para ti también.
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