Demóstenes orador de la Grecia clásica
no se ahogó con los guijarros que usaba
para superar su tartamudez
ni corriendo por la playa frente al mar embravecido.
Elocuente se envenenó
bebiendo la tinta con la que escribía
que era la metafísica de las palabras
el origen de los nombres
la causa de las cosas
habitando su carne.
2 comentarios:
Que interesante. Un beso. Ahora sí ¿no?
Sí.
Demóstenes era un tío genial. Su invento de meterse guijarros en la boca y correr por la playa, fue un gran invento para los tartamudos.
Un beso.
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