Ya no sé de mí, ya me he perdido,
las desveladas piedras contaron
que guijarros segundos dijeron
serás negado diez mil veces
por hombres azules vestidos de negro,
por amigos estrepitosos como cantos rodados
que te adulan en un largo amanecer.
Ya no sé de la sombra, que adormecida baja,
de aquel árbol de piedra, hasta dar con su talla
en la raíz postrera, que encendida esconde
una torva ligereza de títeres y parvas.
Ya no sé qué arado me señala,
qué reja me voltea,
qué semilla prendió en mí.
6 comentarios:
No te pierdas Tomás, eres una buena persona, un buen poeta y un buen amigo. Besos y abrazos.
Bueno, la cabeza la perdí hace tiempo según mi padre.
Besos, Loli.
Creo que Valente te lo va a decir mejor que yo:
Pero seamos, al fin,
intrascendentes,
sin nudos y metáforas
seamos.
Sencillamente así,
igual que somos,
según la piel y el ritmo
del corazón seamos.
Para morir,
para vivir,
para morir de cara.
Para morir.
Para vivir.
Para morir
de haber vivido.
Y basta.
Bessos, Tomás.
Si me citas a Valente, al mejor poeta de este país (y aquí soy categórico) me tendré que pensar mil veces lo que digo en mis poemas, Paloma.
Ante el gran maestro, los silencios son importantes.
Un beso. Dos.
Delicado ese músico que incrustas.
La germinación es el periodo de menos piedra en uno.
En Lanzarote, las piedras volcánicas conservan mucho la humedad en los cultivos.
Te lo recomiendo. Anouar todo entero. Es una gran músico.
La germinación es el momento inspirado de la piedra.
Lanzarote es un gran recuerdo en mi memoria.
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