Como tu ropa quitándose
el cuerpo que soporta,
descansando de tu carne
sobre sillas o camas o sofás;
también la ciudad
al despojarse de ti
reúne millones de alcobas,
dónde a solas comprendes
que hay otras ropas
iguales a las tuyas
deslizándose en silencio
hasta armarios oscuros
hasta perchas de abrazos inhumanos.
A solas no eres otra.
A solas permaneces.
Y hay un rito en los grifos
que gotean la noche.
2 comentarios:
Es precioso, Tomás, como la triste conciencia de ser. El final no puede ser mejor.
Un besso.
Ante la abundancia de soledad, o falta de comentarios, pensé que era un poema regular.
Pero yo no estaba de acuerdo.
En fin..
Besos, Paloma.
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