el velívolo sexo que cubre con
su vello,
entre los acogedores muslos,
tu húmedo horno
donde dulcemente es endurecido
el barro de mi alma,
que en la noche
(tiene otros horarios más perfectos)
te penetra.
Generosamente agónica lo amasas
y el éxtasis venial
redondea con excelsa lentitud
una felicidad de pecado mortal
de necesaria y perentoria solicitud:
dámelo ya.
4 comentarios:
Imperativas son las fuerzas del eros.
Rivero, buena descripción de los Alimentos corporales: excelsa lentitud y perentoria solicitud.
Imperativo este lobo, que fue nombrado (¿a qué nombre acudir cuando proliferan desconocidas voces?)como fuego de una hoguera ardiendo en la noche de los hombres.
Imperativo el alimento corporal: la lentitud del deseo.
Un beso, Shandy.
Tomás, qué bueno es ésto. Fluidez de versos acordes a la fluidez del sexo. Y me callo ya para no añadir más fluidos de los imprescindibles.
Un abrazo.
Sí, Ramón, si añadimos más fluidos de los imprescindibles nos cargamos el poema. Y mira que cuesta trabajo escribir poesía erótica...
Un abrazo, poeta.
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