Apenas una palabra,
como una voz
que te habita desde lo más hondo,
roza la noche,
la soledad torpe de la noche,
una palabra cogida al azar,
que escuchaste en tu oreja sorda,
o leíste en tu libro mudo,
y piensas en esas viejas historias
que cruzan la vida
y que van de aquí para allá
turbias, oscuras.
Y el día te encuentra
Y el día te encuentra
solo
sin amigos,
en brazos de una mujer que no recuerdas
dónde, a qué hora la conociste,
y huyes de allí
sin una caricia o el sabor de un beso.
Regresas caminando hasta casa
con un ansia dolorosa de madrugada,
con un ansia dolorosa de madrugada,
sabiendo
que aquello que podías haber
sentido por ella
ya no sirve para nada,
pues tú siempre vives solo
y nunca nadie te acompaña
o desea.
Y nunca,
por cuestiones de principios vanos,
acumulas afectos
dependencias
o recuerdos.
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