Meto mis manos en la tierra,
sujeto la parte negra de los
recuerdos
entre mis uñas,
trasplanto la maceta de hierba
luisa
que se secó en Lugo,
el recuerdo apaciguado que mi
madre trasplantó
en la infusión líquida de sus
cotidianos disgustos.
Hay una voz susurrando en
Mondoñedo
un sosiego de hierbas
más verdes, más bosque,
que cualquier recuerdo
de la voz apaciguada de mi
madre.
2 comentarios:
Precioso.
Esa sencilla y dulce añoranza...
Besos, poeta
Siempre acertada tu mirada, gracias por estar ahí, en mis... añoranzas.
Besos, Soco.
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