Otra ruta,
otra casa,
otra ciudad,
los lugares
van dejando
su piedra
sobre la sien caliente
del hombre,
su soledad
y su agua
entre las manos
vacías.
Sus ojos buscan
la puerta cerrada
que abra la vida
a la noche
de las fraguas
donde él
forjará siempre
el ojo de pájaro
que le lleve
a encontrarte,
ciudad dormida,
casa encalada
de alma,
de geranios
blancos
rectificando
la luz de la luna.
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