viernes, 23 de octubre de 2015

Aguas

Aunque llovía como si el día fuera únicamente de la lluvia
y a ella le perteneciera
esa soberbia de agua implacable,
casi inútil, derramándose por las absurdas
cañerías y las grises torrenteras;
yo tenía una olla de agua puesta en el fuego
y con ella cocía la mano que escribe,
con ese agua lavé, escaldé los versos
que tanto me dolían,
los versos escabrosos endurecidos por el óxido
más verde del tiempo.
¿No ves que el agua no es suficiente?
¿Agua hirviendo para qué?
Pon agua fría a tus versos deja que el clima de aguas
los seque y que su lluvia los amanse,
y sé un poeta que no encuentra
una manera humana de encuadernar versos
bajo el aguacero de la vida.

De "Un libro que no pienso escribir nunca"

No hay comentarios: