Sobre una tela sucia el cuerpo desnudo se lava
se acerca al borde de las necesidades
y frota sus paredes de carne con el paño gris
frota las manchas oscuras de la vida.
Dentro de la casa los grillos corren bajo las mesas
su canto metálico afila los cuchillos
que más tarde cortaran la carne
abriendo recuerdos y heridas del pasado
entre sus paredes blanqueadas hay
un murmullo de cortinas y olor a café
hay pan triste y caliente rebanas apretadas
contra los pechos de leche y harina.
Te aman los descalzos de pie carnívoro
los mutilados con sangre de ave en los labios
su beso sabe a corteza y a mimbre verde
te aman con la piel que les dejó la historia
cicatrices y costuras y un olor a humo.
Los zapatos caminan solos
ahora los hombres huyen de las ciudades
ya no quedan selvas algún bosque los reclama
en las ramas más altas de los arboles más viejos
hay perchas abandonadas
cuelgan de ellas nidos de pájaros distintos
con dos picos cuatro alas y cabeza de pez.
Sobre una tela sucia dibujas ahora una vida
como si ungieras tu nombre con yerbas amargas
después de la penumbra atraviesas el umbral
más allá de los dinteles recuperas el tacto de las cosas
y los hombres aprietan sus falos contra la verdad
levantan sus ojos y su voz al cielo
se desliza por sus muslos blancos y famélicos
el semen de las cosas vanas de la vida.
El agua de los ríos arde
su aceite de peces deslizándose
las flores como velas encendidas las lleva el agua de lluvia
si dejas marcas de sudor y orín a lo largo del sendero
te seguirán caracoles azules y babosas negras.
Todo comienzo es una quimera
tú destejes madejas y madejas
tus ovillados dedos descubren la verdad.
Alguien te besó en los labios
y puso unas palabras como condición:
si te nombran todos eres sola.
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