Cansado de leer poemas en actos públicos
y otros espectáculos (aplausos)
vergonzosos,
el vate
se colgó de una higuera
esperando
ser higo en septiembre
y tener un pasado de almíbar,
a pesar de que todos confundieron
su cadáver con Judas Iscariote
cuando supieron que tenía
la cuenta bancaria intervenida
por precaución de una Hacienda
con editorial suma
ambiciosa o egoísta.
La poesía nunca gozó del prestigio
necesario
como para que un poeta
pudiera salir triunfante (abucheos)
de un ecológico suicidio.
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