Ya has visto
ya estás viendo
caballos blancos
con belfos de espuma
y bridas de arena
caballos locos
desde la otra orilla.
Cruza las frágiles aguas
y monta en ellos
cabálgalos
como si aquella noche de muslos
que aún recuerdas
fuera siempre
y en ese trote lánguido
frota tu abdomen
como una fruta madura
contra el vientre de la noche
y préñala de estrellas
que planetas no caben
en la memoria absurda del amor.
Ya sabes
ya has visto
un caballo libre
desde esta orilla
que busca incansable
a su jinete.
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