miércoles, 31 de agosto de 2016

Tinta

Todavía la tinta antes de secarse
encerró en su alma húmeda
la tersura blanda de un oculto deseo
que produjo en el hombre
esa sensación vana de pérdida
que a veces promulgan los poetas.
Con el paso de los años
a aquel óxido de páginas amarillas
almacenado en los estantes de la memoria
o de viejas maderas barnizadas
se le llamó deseos vanos. O también
insigne obra de un hombre
que no supo resolver su vida
esperando que otros le leyeran.



2 comentarios:

Tomás dijo...

...
Sabes tú plúmbeo artista
que públicamente publicas
cuantos litros de tinta
caben en la palabra poema?

Plúmbeo es usted un rato escribiendo y es que no mejora, no mejora. Y no se encienda, bórreme antes de que alguien lo lea.

Tomás Rivero dijo...

Este no lo borro. Mira tú. Este me interesa que quede para los anales de la historia de la poesía, por un lado, y los gilipollas como tú por otro. Y lo de gilipollas no lo digo porque consideres que soy un poeta cafre, feo y mal encarado con una prosa de mierda, no. Lo de gilipollas lo digo por la calidad y el aire perfumado de tu comentario y las formas refinadas del mismo. Estás tonto, chaval. Aquí te quedas para que te lean. Menos mal que ya no nos lee nadie, ni a ti ni a mí, bobo; que aparte de cagón sin cara, me parece que eres capado de picha, que dicen en Conil.