Todavía la tinta antes de secarse
encerró en su alma húmeda
la tersura blanda de un oculto deseo
que produjo en el hombre
esa sensación vana de pérdida
que a veces promulgan los poetas.
Con el paso de los años
a aquel óxido de páginas amarillas
almacenado en los estantes de la memoria
o de viejas maderas barnizadas
se le llamó deseos vanos. O también
insigne obra de un hombre
que no supo resolver su vida
esperando que otros le leyeran.
2 comentarios:
...
Sabes tú plúmbeo artista
que públicamente publicas
cuantos litros de tinta
caben en la palabra poema?
Plúmbeo es usted un rato escribiendo y es que no mejora, no mejora. Y no se encienda, bórreme antes de que alguien lo lea.
Este no lo borro. Mira tú. Este me interesa que quede para los anales de la historia de la poesía, por un lado, y los gilipollas como tú por otro. Y lo de gilipollas no lo digo porque consideres que soy un poeta cafre, feo y mal encarado con una prosa de mierda, no. Lo de gilipollas lo digo por la calidad y el aire perfumado de tu comentario y las formas refinadas del mismo. Estás tonto, chaval. Aquí te quedas para que te lean. Menos mal que ya no nos lee nadie, ni a ti ni a mí, bobo; que aparte de cagón sin cara, me parece que eres capado de picha, que dicen en Conil.
Publicar un comentario