Noviembre 2017. Verano. La piel se vuelve azul. Danzan los ancianos en parques y plazas. Varios miles de bebés de una populosa ciudad lloran desconsolados y la ciencia desconoce los motivos. La ciudad se vuelve naranja. Los aviones escupen nieve. Miles de hormigas cruzan locas los cauces secos de los ríos. La espuma de las olas muriendo en las playas es de color purpura. Las grandes autopistas están repletas de coches que huyen del pánico fahrenheit. Las abejas comienzan a hacer miel con flores venenosas. Varios árboles frutales han sido sorprendidos cargados de manzanas y ciruelas. Los 550 millones de habitantes de la unión europea tenemos desde hoy 20 derechos que ayer no teníamos. Se trata de frenar el populismo. El de la izquierda y el de la derecha. Es decir el de la izquierda. Ya que el populismo de derechas lleva organizándonos la vida a los parias desde hace 200 años. Que no somos tontos. Algunos. La mayoría si.
Dos halcones planean sobre los rascacielos de la ciudad capitalista. La oveja negra del rebaño pasta con grilletes en la lengua. Pájaros carpinteros y abejarucos unen fuerzas para construir sus nidos en los motores de los coches y frenar la producción. Varias gaviotas de color rojo fueron sorprendidas bebiendo gasolina de unos surtidores. Populismo: si tres ciudadanos se cabrean por separado van al médico, se lo cuentan, les manda unas pastillas para los nervios y relax. Si estos tres mismos ciudadanos coinciden en la consulta y hablando entre ellos acuerdan cabrearse juntos y claro, eso es populismo. A ver si nos enteramos. Varios cientos de burros remontan el vuelo y cocean a los dos halcones. Se hunde en el ártico un barco cargado de melones. La mariposa que ayer cayó muerta sobre el césped desata un soliloquio delirante en varios poetas del ramo y Marcial Lafuente Estefanía ataca con un colt 45 una reserva de indios arapahoes. Noviembre 2017. Verano.
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