te conviertes en barco y eres la quilla atrevida
de un humilde navío cortando el agua
navegando hacia un fango denso
de alevines perdidos en torpe chapoteo.
Vete al mar.
En el mar se administra el ritmo de las músicas
y el oído
hace un ruido de persianas cayendo sobre el océano
y desde allí medir con sotas de espada
la distancia sonora que nos separa de las aguas
corregir las rutas navegables
mesurar la sed
y que en sus arcas lleven la paciencia de las travesías
que cauterizan los pasos errados de los hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario