jueves, 3 de octubre de 2019

Insectívoros

Cuando el grillo interrumpió su canto y compartió la grillera con un par de hormigas debido a un aguacero eventual y a las reglas no escritas de prestarse socorro entre los hermanos insectos, supo que tendría grano para todo el año, ya que a los diez minutos aquellas jodidas obreras habían excavado varios túneles paralelos a su alcoba de estar. Lo que no podía imaginar el maestro en el arte de frotar los élitros, es que debido a un corrimiento de tierras por causa de la lluvia y una tonta torrentera, todo el hormiguero contiguo a su sala de música se le vino encima y de inmediato fue invadido por unas seis mil hormigas, parientes cercanas a aquellas dos que prestó socorro y que en un periquete y sin mediar palabra, hicieron brillar entre la arena mojada sus mandíbulas de acerado metal y fue pasado a cuchillo, degollado, desmembrado y metódicamente ordenado de mayor a menor importancia, según las partes duras y blandas de su cuerpo, en una alacena construida para el caso.

Moraleja: No la hay.

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