Se me achica el espacio y deduzco por tanto
que soy un cuerpo incomodo al que sobran escorias
y la plata y el verso y el vino y el pan
la lima y el fórceps y la rebaba escuece
y el poso de las limaduras va ulcerando en mí
como un élitro brilla en la oscuridad de un martinete
o como un alacrán escribe con veneno
el poema de la permanente estatua
altiva y sometida al verso de la inmortalidad
donde una campana de cristal
con badajo de templada carne
va dando campanadas de vísperas.
Y me crece el poema como crecen las uñas
en este oficio pejiguera de vivir
al pairo bonancible de la zarpa.
Hay jilgueros enjaulados (al lado de otras fieras)
que cantan por pereza.
Lugo y bueno.
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